Noruega por carretera, el viaje de la vida
El paisaje es para admirar con el alma. De cómo el mar del norte con sus majestuosas y dramáticas erosiones en las montañas entra hacia la costa determinado y sigiloso, como lo hace quien busca robar un beso

ESTAMPAS

11/02/2022 06:00 pm



Flor Santamaría-Kovacs

Noruega está pintada de colores profundos, como el azul en los ojos de su gente y los blancos de su nieve constante. Tiene una vasta extensión de formaciones geológicas ancestrales para el disfrute de aquellos que se atreven a encumbrarse en montañas y glaciares o se animan a perderse en bosques encantados, antiguo hogar de troles y criaturas mitológicas petrificadas por el tiempo.

La experiencia por carretera es única, supone la total inmersión cultural, pero hay que planificarla bien. Pensar lo que se busca experimentar para decidir la temporada. A menos que sea esquiar porque se puede hacer todo el año. 


Dónde empezar el periplo
Oslo es la capital, pero también hay aeropuertos internacionales en Bergen, Trondheim, Stavanger y Tromsø. Si el viaje comienza y termina en Oslo, aunque es una ciudad cosmopolita, con un par de días al comienzo y otros al final es suficiente.

Entre lo más vistoso de la ciudad está el nuevo museo dedicado a Edvard Munch, el pintor de El Grito, y la biblioteca Deichman donde se hospeda “la librería del futuro”, con manuscritos que aún no se abren y que serán publicados el próximo siglo. En el mismo complejo moderno de Bjørvika hay una plataforma para saltar al mar y una buena gama de exquisitos restaurantes. La ópera está muy cerca y es parte esencial del paisaje.

Es una capital diseñada para caminar. Tan sencillo como atravesar una calle de piedra en Gamle Oslo con casitas de madera roja y amarilla, y terminar en Vulkan, que es un mercado moderno de propuesta “rápida” gourmet.

Conocer el parque de Gustav Vigeland (1869-1943), el escultor que creó más de 200 estatuas desnudas de tamaños naturales, expresando incontables emociones en todas las etapas de la vida, es obligatorio. También el museo de los barcos vikingos, el del barco polar FRAM y Kontiki. La calle de Karl Johan, el complejo de Aker Brygge, donde está el museo de arte moderno y la nueva Galería de Arte Nacional.

El museo de historia y el del folklore, la mano de san Olaf y el famoso salto de esquí Holmenkolen. Los jardines del palacio real, la casa del ayuntamiento y el fuerte de Akershus. Todas son atracciones que no pasan de moda y que muestran al noruego y su historia “en una cáscara de nuez”. 


Por la carretera a un mundo impresionante
Para hacer la ruta del suroeste se puede volar hasta Stavanger. Esta es una ciudad de buenos restaurantes y jaleo nocturno, el museo del petróleo y con la mayor comunidad de venezolanos. Desde allí es fácil llegar al famoso risco Prekestolen, donde se puede admirar Åkrafjorden, el imponente fiordo de esta región. Luego conducir hasta la cascada de Langfoss y conocer más adelante los jardines de Baroniet Rosendal. Hay cabañas y hostelería bien equipada para pernoctar y seguir. Otra opción es la de conocer el glaciar Folgefonna y la cascada Låtefoss.
 
Escalar el famoso pico “Lengua de Trol” o Trolltunga y combinar con el valle Tyssedal, para visitar al cristo milagroso de Røldal, que se encuentra en una de las iglesias de madera más antiguas de Noruega, finalizando por las planicies de Telemark.

Las rutas hacia el noreste
El fiordo de Geiranger junto con el glaciar Nigardsbreen es de los destinos más visitados especialmente en primavera. Los miradores ofrecen vistas sin mucho esfuerzo para llegar ahí, y luego hacer la caminata relativamente suave hasta el glaciar Jostedalsbreen.


Carretera del Atlántico - Jacek Rózycki - VisitNorway.com

Vale la pena desviarse un poco hasta la imponente obra de ingeniería Atlanterhavsveien, o carretera del Atlántico, que es una sinuosa carretera elevada sobre el mar que asemeja al movimiento de las olas. Por los alrededores hay buena oferta para las actividades de pesca, y así capturar la propia cena. Al igual que en las rutas hacia el sur, las cabañas y sitios para acampar están bien dispuestas por doquier.

La segunda sugerencia en el sureste es conocer Aurland. Tomar el tren en Flåm y combinar con el toque monumental de la iglesia de madera de Borgund, la mejor preservada en su estilo y patrimonio de la humanidad.


El paisaje es para admirar con el alma 

Durante el recorrido, adentrarse en el túnel de 24.5 kilómetros llamado Lærdalstunnelen, adornado con luces de diferentes colores y diseños interiores como para no aburrirse o desesperarse. La cocina de esta zona está basada en los frutos del mar, cordero, lácteos y raíces. Propuesta culinaria que combina sabores con técnicas de cocción ancestrales que han inspirado a cocineros famosos en el mundo.

La ruta más al norte
Para llegar aquí lo mejor es volar. Las auroras boreales, que son el fenómeno más buscado, se ven entre noviembre y febrero en ciudades como Alta, Tromsø y villas como Skjervøy. También en Lyngsalpene que es zona montañosa de Finnmark, hogar de los Sami, nativos de toda la región nórdica. Un espectáculo es ir en bote por el archipiélago de Lofoten, para navegar las negras aguas invernales o pescar en verano, que es cuando sale el sol de medianoche.


Noruega está pintada de colores profundos  

Voss, conocido entre los Noruegos por sus dos áreas de esquí

En invierno las experiencias incluyen también cruzar la tundra en motos de nieve, montar los trineos de perros, ver las granjas de renos con miles de ellos, avistamiento de ballenas y de pájaros. Está muy bien usar la página de turismo local Visit Norway, para planificar.

Finalmente, Noruega quedará en tu corazón grabada como una runa. Lo vivido habrá causado un cambio interior y oirás una voz diciendo: anduviste kilómetros, comiste reno, alce, ballena y pescado fermentado. Bebiste aguardiente Akevitt cantando skål. Saliste de la sauna sin ropa a saltar al hielo y aprendiste a decir Takk, gracias. Felicidades, lograste la certificación del vikingo.