Sitios como Instagram, TikTok y Pinterest han cambiado no solo el sector de la moda y la estética, sino también la forma en que las personas se perciben a sí mismas ya su entorno. Además, estos han permitido que más personas tengan acceso a la información, posibilitando que cualquiera pueda ser un generador de contenido.
Asimismo, este fenómeno ha creado una nueva clase de influencers que, mediante sus cuentas, establecen modas en belleza y vestimenta. Por su parte, un análisis realizado por Influencer Marketing Hub indica que el 90% de los jóvenes de 18 a 34 años admite seguir al menos a un creador de contenido de belleza. Esta influencia puede ser notable, ya que las sugerencias de estas figuras pueden resultar en un incremento notable en las ventas de productos.
Sin embargo, esta innovación en la comunicación también ha establecido un criterio de belleza que a menudo es difícil de alcanzar. Debido a que la mayoría de las fotos compartidas en estas plataformas son cuidadosamente optimizadas y filtradas, lo que contribuye a erigir un visual ideal que puede ser dañino para la autoconfianza. Un estudio de la Universidad de Pennsylvania demostró que estar expuesto de manera continua a imágenes de cuerpos y rostros considerados “perfectos” en redes sociales puede incrementar la insatisfacción con la imagen corporal y fomentar problemas relacionados con la alimentación.
La presión de la comparación
La cultura de la comparación es un fenómeno que permea las redes sociales, puesto que con frecuencia los usuarios se encuentran bajo presión para cumplir con los criterios de belleza que observan en su feed. Esta presión puede manifestarse de diversas maneras, desde el anhelo de someterse a tratamientos estéticos hasta adoptar regímenes de belleza extremos. Según la Asociación Americana de Cirugía Plástica Estética, la cantidad de procedimientos estéticos ha aumentado un 200% en la última década, un crecimiento que coincide con la popularidad de las redes sociales.
No obstante, los algoritmos de estas plataformas también son fundamentales en este ciclo de comparación. Regularmente, los usuarios son expuestos a contenido que acentúa sus inseguridades, lo que puede llevar a una espiral de descontento y, en ciertos casos, a dificultades en la salud mental. La ansiedad y la depresión son más frecuentes entre aquellos que dedican más tiempo a las redes sociales, según un informe de la Organización Mundial de la Salud.

El poder de la diversidad mediante el empoderamiento
A pesar de sus desventajas, las redes sociales también han sido un motor para el cambio positivo en la forma en que se ve la belleza. Iniciativas como el “Body Positivity” y la “Inclusividad” han cobrado impulso en plataformas como Instagram y TikTok, abogando por la aceptación de todos los tipos de cuerpos y rostros. Establecido un entorno en el que las personas pueden compartir sus relaciones, vivencias y retos, cultivando un sentido de pertenencia y apoyo mutuo.
Asimismo, la representación de la belleza en términos de diversidad ha progresado. Pues, las empresas de cosméticos y moda están comenzando a incluir modelos de diversas razas, tamaños y edades en sus anuncios, en gran parte debido a la presión que los consumidores ejercen a través de estas plataformas. Esto ha propiciado una transformación en la conversación sobre lo que se considera bello, permitiendo que un mayor número de personas se sienta representada.
La influencia de las redes sociales en la belleza es un fenómeno complicado que incluye tanto efectos positivos como negativos. Aunque han establecido nuevos estándares de belleza que pueden resultar perjudiciales, también han ofrecido un escenario para la diversidad y la autoaceptación. A medida que la sociedad continúa explorando este nuevo entorno digital, es esencial fomentar un uso saludable de las redes sociales, animando a las personas a seguir cuentas que promuevan la positividad y la autenticidad.
Por fin, la clave es lograr un equilibrio. Pues, en lugar de dejar que las redes sociales determinen nuestras nociones de belleza, deberíamos aprender a utilizarlas como una herramienta para inspirarnos y expresarnos. Al final, la verdadera belleza reside en la riqueza de la diversidad y en aceptar a uno mismo tal y como es.