El gran hall del Petit Palais de París ha sido una vez más el escenario elegido por la firma italiana para presentar su nuevo desfile con una propuesta inspirada en el pasado enfocada en la desconexión.
La colección, compuesta por 30 conjuntos, fue inspirada en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, cuando su fundadora, Elsa Schiaparelli, abandonó París rumbo a Nueva York, un periodo en el que la moda, el arte y la vida se encontraban al borde del abismo.
“Propongo un mundo sin pantallas, sin Inteligencia Artificial, sin tecnología: un mundo antiguo, sí, pero también postfuturo”, ha señalado Daniel Roseberry, su director creativo, en una nota a los invitados al desfile.
Los bordados de color metalizado han acaparado la atención de los primeros conjuntos, así como la sustitución de los corsés tradicionales por nuevas formas de dramatismo en la cintura y las caderas, trabajadas con técnicas inesperadas.
El corpiño, tan característico de otros tiempos, se muestra también en la colección, con propuestas como la inspirada en una silla de montar a caballo; así como las transparencias.
Tules, sedas, organzas, satenes y lanas han formado parte una vez más de la exquisita selección de materiales, en una colección donde el negro, los grises y el blanco han reinado.
