Vivimos corriendo, apagando fuegos, calmando tormentas, cumpliendo metas, persiguiendo sueños… Y en ese torbellino, a veces se nos olvida algo que es fundamental para todos los seres humanos: el cuerpo.
El bienestar físico no es solo tener energía o estar en forma. Es un acto de amor propio, de amabilidad con nosotros mismos. Cuidarte —moverte, descansar, relajarte, alimentarte bien— es una forma de decirte: “me importo”, “me quiero”, “me respeto”.
En esta línea, una mujer que para millones de personas es un modelo a seguir es Michelle Obama. Durante su tiempo como primera dama, impulsó una mirada amable del autocuidado. Para ella el bienestar físico iba más allá de las dietas restrictivas y del ejercicio intenso. Su campaña “Let´s Move” ( “A moverse”) fue una iniciativa de salud pública diseñada para promover hábitos de vida saludables y actividad física, especialmente entre los niños. Surgió como respuesta al aumento significativo de la obesidad infantil, cuyas cifras se triplicaron con creces desde la década de 1970. En dicha campaña se animaba a las personas a moverse con alegría, a comer conscientemente ya enseñarle tanto a los niños como a los adultos a cuidar su salud, con decisiones sostenibles y sencillas.
Hoy en día, muchas otras personas, al igual que Michelle, están abrazando una nueva manera de relacionarse con su cuerpo, de una forma más amable y auténtica. El bienestar físico no es una competencia ni una meta estética, sino una experiencia personal. Cada vez que elegimos cuidarnos, aunque sea un poco, estamos siendo amables con nosotros mismos, estamos honrando a la vida que habita en nosotros.

Cultivar hábitos cotidianos que nutran el bienestar físico es una elección que todos tenemos al alcance de nuestras manos. A continuación, te comparto algunas recomendaciones para comenzar a cuidar tu cuerpo, tu energía y tu salud:
1. Muévete con placer, no con culpa. El ejercicio no tiene que doler para ser efectivo. Caminar, bailar, estirarte al despertar… lo importante es moverte con regularidad, en paz y armonía.
2. Ven para nutrirte, no para castigarte. Comer bien no es una dieta. Es un acto de conexión con tu cuerpo. Escúchalo: ¿tienes hambre, sed, ansiedad? Elige alimentos que te hagan sentir bien, sin caer en extremos ni restricciones innecesarias.
3. Descansa como prioridad, no como premio. Dormir bien es tan importante como comer bien o trabajar bien. Tu cuerpo se repara, tu mente se reinicia, tus emociones se calman. Haz del sueño un ritual sagrado.
4. Respira, haz pausas. A veces basta una breve pausa consciente de dos o tres minutos: respirar profundo, estirarte, cerrar los ojos. El bienestar también habita en los pequeños silencios del día.
5. Felicítate por cuidar de TI . Muchas veces olvidamos reconocer las pequeñas cosas que hacemos durante el día a favor de nuestro bienestar físico: haber caminado, haber dormido con calma y tranquilidad, haber comido sanamente… Estar consciente de estas decisiones y felicitarte por tomarlas es una forma de agradecerte por ocuparte de ti. Aplaude tus avances y felicítate por ellos, por pequeños que sean. Recuerda tal y como dice Jon Kabat-Zinn, que “¿Las pequeñas cosas?, ¿los pequeños momentos?, no son tan pequeños”.
Nuestro bienestar físico no es una meta lejana, ni un lujo inalcanzable, ni un sueño difícil de lograr. Es una decisión diaria, amable, compasiva y amorosa con nosotros mismos. No se trata de hacerlo perfecto, sino de hacerlo posible. Porque cuidarnos —en serio— es, quizás, la forma más hermosa de querernos, valorarnos y respetarnos.
“Cuida tu cuerpo. Es el único lugar que tienes para vivir”.
Jim Rohn.
Consultora de Felicidad y Bienestar
Entrenador de felicidad
Psicóloga Corporativa y Social
Prof. Invitada IESA. Profesor UNIMET