Muchos de nosotros nos preocupamos por el bienestar; sin embargo, solemos enfocarnos más en lo físico y lo emocional, y olvidamos que hay un sutil y poderoso ingrediente que es clave en nuestra vida, una pieza que le da sentido a todo lo demás: el bienestar espiritual.
El Dr. Tal Ben-Shahar, en su modelo de la Felicidad: SPIRE, propone cinco dimensiones del bienestar: Espiritual “S”, Físico “P”, Intelectual “I”, Relacional “R” y Emocional “E”. Y no es casualidad que la “S” de espiritualidad sea la primera letra. El bienestar espiritual, se puede encontrar en una religión, o sin ella. Es, ante todo, una conexión con lo que nos trasciende, con lo que nos da propósito en la vida y nos recuerda por qué vale la pena levantarnos cada día.
En nuestra cotidianidad, el bienestar espiritual, puede aparecer en una conversación honesta, amigable y respetuosa, en un pequeño acto de amabilidad y generosidad, en una caminata bajo los árboles o a la orilla del mar, o simplemente en un momento de silencio. En ocasiones este bienestar emerge como una especie de sensación de paz que no depende de circunstancias externas. Y otras veces, como una suave voz que nos susurra al oído: ¿Estoy prestando atención a lo que realmente es importante para mí?…

Estos últimos años he aprendido que cultivar el bienestar espiritual no se trata de huir del ruido del mundo, sino más bien de aprender a escucharnos dentro de ese ruido del día a día, de hacer pausas, de valorar lo que realmente es esencial para nosotros, y no olvidar que somos mucho más que una lista de tareas o un cargo profesional. Que también somos todo aquello que soñamos, que amamos y que agradecemos en silencio.
Cuando nos sentimos desconectados espiritualmente, solemos andar por la vida en piloto automático, atrapados en las cosas que consideramos urgentes, con un gran vacío a pesar del éxito. Pero cuando cultivamos este tipo de bienestar, todo cobra un nuevo sentido, pareciera que todas las piezas del rompecabezas de la vida se sincronizaran en perfecta armonía. Las relaciones se vuelven más profundas, los desafíos más manejables, los afectos más sinceros y el tiempo más valioso.
No hace falta tener todas las respuestas de la vida, pues “Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto cambiaron todas las preguntas”. (Frase atribuida a Mario Benedetti).
A veces todo comienza con una sincera pregunta: ¿Qué me conecta con la vida?
Y tal vez, desde ahí, podamos ir trazando un camino más auténtico, más nuestro y más en paz con nosotros mismos.
“No somos seres humanos atravesando una experiencia espiritual; somos seres espirituales viviendo una experiencia humana.”
Pierre Teilhard de Chardin
Zoramar Oviedo Gallo
(@zoramaroviedo)
Consultora de Felicidad y Bienestar
Happiness Trainer
Doctorando en Psicología
Psicóloga Corporativa y Social
Prof. Invitada IESA. Prof. UNIM