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Cómo manejar el juez interior

Valorar tus habilidades es clave para superar esta etapa

Si eres de las personas que se pasa la vida emitiendo juicios sobre todo y sobre todas las personas a su alrededor, necesitas prestarle más atención a los pensamientos que mantienes en tu cabeza, porque es muy probable que tengas un juez implacable instalado en tu interior, que atenta contra tu propio bienestar y con la posibilidad de mantener relaciones saludables y positivas.

Necesitamos aprender a dejar de vernos y de exigirnos. Fotografía IStock


Y es que cada uno de nosotros tiene una especie de manual de instrucciones para la vida, conformado por todas las programaciones que copiamos, y adquirimos durante los primeros años de nuestra infancia, y es a través de esta información, como interpretamos, afrontamos y reaccionamos sin detenernos a pensar, frente a las situaciones que se nos presentan cada día.

La autocrítica y la desvalorización que recibimos constantemente de este juez interior, nos produce inseguridad, temor, la necesidad de buscar la aprobación de otros y la incapacidad de reconocer nuestra responsabilidad sobre los errores que cometemos, impidiéndonos, corregirlos y aprender de estos, para conseguir nuestras metas y mejorar nuestra vida. Es así, como terminamos convirtiéndonos en la mayor resistencia a vencer.

Cómo silenciar el juez interior:

Prestarle atención al monólogo mental. Escucha atentamente y con cuidado ese monólogo que mantienes en tu cabeza e identifica la polaridad de tus pensamientos. No pases por alto ninguno de los mensajes que te das a ti mismo, pues solo así, podrás reconocer aquellos que debas cambiar por otros más positivos.

Superar la culpa. Este es un sentimiento que nos agobia y perturba ensombreciendo y marchitando cualquier momento de satisfacción que tengamos en nuestra vida. Todos cometemos errores, pero tenemos la oportunidad y el derecho de corregirlos, y aprender de ellos, para no repetirlos. Suéltate de la culpa, trabajando en el auto perdón y dándote siempre otra oportunidad.

Evitar caer en la comparación. El primer paso para recuperar la identidad y aumentar nuestra estima, consiste en aceptarnos tal y como somos, evitando la comparación con los demás. Aceptarnos, implica mirarnos como en un espejo, para reconocer y aceptar lo que vemos reflejado en él, con sus cualidades y limitaciones; significa mirarnos con ojos amorosos, con tranquilidad y confianza. Eso somos y nada más, sin juzgarnos, sin calificarnos y sin usar a otros como un punto de referencia.

Vencer el perfeccionismo. Necesitamos aprender a dejar de vernos y de exigirnos, como si fuésemos un súper hombre o una súper mujer, aceptando serenamente nuestras limitaciones y capacidades, sin que esto disminuya nuestro valor personal. Solo así, podremos aprender a superarlas y a convertirlas en parte de nuestro proceso de crecimiento y desarrollo. Ajusta el nivel de exigencia, hacia ti mismo y hacia los demás, suaviza la rigidez y gana un poco de paciencia y flexibilidad. Especialmente al momento de trabajar en equipo o de relacionarte con los demás.

Aceptar y respetar las diferencias. Acepta a los demás, como son, con sus características personales, y más bien, centra tu atención en resaltar la afinidad y las semejanzas que puedes tener con ellos. En una relación debe existir espacio suficiente para la expresión de nuestras diferencias individuales, y a menos que estas vayan en detrimento de nuestra dignidad o bienestar en cuyo caso tenemos derecho a establecer límites, el respeto, la paciencia y la empatía que sintamos los unos por los otros, harán que podamos mantener una relación madura y saludable.


 

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