El panorama familiar está en constante evolución, y las generaciones Millennial y Gen Z están redefiniendo sus contornos. Un fenómeno que ha captado la atención de los expertos es el auge del “pet parenting”: la creciente tendencia de jóvenes que eligen mascotas como una forma de experimentar la crianza, postergando o incluso renunciando a tener hijos.
Esta elección, lejos de ser una moda pasajera, revela profundas reflexiones sobre la responsabilidad, el bienestar emocional y el significado de la familia en el siglo XXI.
La psicóloga Pierina Rodríguez arroja luz sobre los beneficios de esta tendencia, destacando cómo las mascotas fortalecen el bienestar emocional de sus dueños, especialmente en momentos de vulnerabilidad como la depresión o la ansiedad. El vínculo afectivo que se establece con un animal de compañía nutre la necesidad de sentirse querido y cuidado, elementos fundamentales en cualquier dinámica familiar.
“Factores como la infertilidad, el temor a la soledad o la reticencia a asumir las grandes responsabilidades que implica tener un hijo también influyen en esta tendencia”, agrega el especialista.

Pero el “pet parenting” va más allá del mero afecto. Implica una dedicación activa a las necesidades de otro ser vivo: alimentación, salud, higiene y estimulación. Esta constante atención desarrolla habilidades cruciales para la paternidad responsable, como la empatía, la paciencia y la capacidad de anticipar y responder a las necesidades del otro. En un contexto donde la crianza de un hijo conlleva una importante inversión económica y de tiempo, las mascotas se presentan como una alternativa más accesible, permitiendo a las nuevas generaciones experimentar la responsabilidad del cuidado sin las exigencias de la paternidad tradicional.
Factores como la infertilidad, el temor a la soledad o la reticencia a asumir las grandes responsabilidades que implica tener un hijo también influyen en esta tendencia. Las mascotas ofrecen compañía incondicional y un sentido de propósito, llenando vacíos emocionales y brindando una estructura al día a día.
No es un reemplazo, es una opción
La psicóloga agrega atención que las mascotas exigen menos tiempo de que un niño. Aunque estas especies satisfacen en algún punto la necesidad biológica de la crianza, no reemplazan enteramente a un hijo, ya que depende “del deseo de cada persona y aquello que le haga sentir más cómodo, feliz y se sienta bien”.
Igualmente, hace referencia a la dependencia a nivel educativo en ambos casos e indica que las mascotas “se pueden adoctrinar y seguir ese patrón hasta envejecer, pero en los niños, depende de los padres las acciones que desarrollarán un futuro en la sociedad”. Este proceso implica más que juegos y caricias, es un compromiso que requiere tiempo, paciencia y dedicación.

La veterinaria Almendra Terrero Rebrij, especialista en rehabilitación y fisioterapia animal, indica que los dueños de mascotas deben velar por su felicidad, equilibrio emocional y su bienestar. Esto incluye chequeos veterinarios, socializarlo con otras personas y animales, facilitar un espacio aseado y sin peligro.
¿Cómo crear una relación duradera con una mascota?
El amor y el respeto fortalecerán el vínculo con tu mascota. Comparte momentos en casa, crea rutinas de juegos y paseos. Cuando decida tener un bebé, enséñale a interactuar con las mascotas para evitar que se sienta desplazado.
En definitiva, el “pet parenting” no debe verse como una simple evasión de la paternidad, sino como una manifestación de un deseo inherente de cuidar y amar. Para muchos jóvenes, criar una mascota se convierte en un valioso aprendizaje, un camino que les permite explorar su capacidad de entrega y afecto, dejando una huella significativa en sus vidas y, quizás, preparándolos para futuras formas de paternidad.
Pierina Rodríguez
Almendra Terrero Rebrij
Roberto Melo