Eyla Adrián “SOY UNA MADRE SIN PREFERENCIAS”

“Soy madre de cuatro y uno en el cielo. Siempre fue un propósito de vida convertirme en madre. Yo era Susanita ciento por ciento. La maternidad para mí era un privilegio, tener una familia feliz y algo bueno debo haber hecho, porque Diosito me premió”

Néstor Luis Llabanero

“Anhelaba ser madre desde que tengo memoria. Pero, ironías de la vida, la fertilidad no siempre es para quien quiere sino para quien puede, y yo tuve dificultades. Nadie me lo cree después de tener cuatro muchachos. Mi historia como madre no es aquella madre que tuvo hijos por un pelón. Todos fueron buscadísimos y sumamente deseados. Cuando veo lo bellas personas que son, como se llevan entre ellos, las cosas que alcanzan, los objetivos en la vida y la forma como se relacionan con los demás, siento que entre mi esposo Andrés Amelinckx y yo hemos hecho algo muy bueno. Procuro que sean honestos y practiquen la empatía, esa capacidad de ponerse en los zapatos de alguien más y poder comprender que las otras personas también tienen sus circunstancias”.

“Yo podría decir, como decimos las madres, que nuestros hijos son perfectos, pero la verdad es que todas las personas tenemos fortalezas y debilidades. Digo con humildad que mis hijos serán de esa generación que llaman de cristal, aunque no forman parte de muchas de esas características, porque la hipersensibilidad, el dimensionar todo hacia mí, hacia el yo, así no son ellos”, agrega.

**Eyla rodeada de sus hijos Victoria Federica, Matthías, Alan y Carlota Margarita. Foto Bettina Arriaga @betarriaga**

Mis hijos, Victoria Federica, Carlota Margarita, Matthías y Alan Pascal, han crecido en un colectivo que es mi hogar, somos media docena de personas, así que tienen una percepción más amplia de lo que suponen las circunstancias individuales de la vida, no es que todo pasa en contra de mí. Vamos en grupo.

Soy una madre sin preferencias por un hijo. Y te digo que esa era una de las cosas que me daba temor. Claro, hay más atención al hijo enfermo hasta que sana; al hijo que está lejos hasta que vuelva, o al hijo que está triste hasta que esté contento.

Hace como diez años, en Caracas hubo un temblor grande en la madrugada, yo me desperté y llegué a la encrucijada de los cuartos de mis hijos y entonces pensaba a quién agarro primero. ¿Agarro primero a los chiquitos y grito a las grandes para que corran; ¿O agarro a las niñas para ir todas a buscar a los más pequeñitos?

En esos escenarios que me pasaron en fracciones de segundos yo me di cuenta de que no podía elegir. Decidí que si se caía el edificio nos moriríamos todos juntos. Yo no pude moverme. Terminó de temblar y yo seguí ahí parada y después yo lo que hice fue llorar y agradecer a Dios. A pesar de lo terrible, esa ha sido de las experiencias más bonitas que he tenido en mi vida como madre”.

Eyla Adrian