Diciembre llega con su agradable aroma navideño, con luces que brillan sin parar y con una agenda tan grande que parece que el año se va a terminar sin darnos tiempo de cumplirla. Entre brindis, compras, celebraciones y compromisos, los días se nos van a pasos agigantados. Corremos sin parar, intentando envolver mil regalos, olvidando que no hay cajas, ni bolsas, ni papeles capaces de cubrir aquellos obsequios cuyo valor es verdaderamente intangible.
A veces nos preguntamos: ¿qué podré regalarme o regalar este año? Y nuestro poderoso cerebro arma una lista interminable de opciones y tiendas… pero muchas veces esos regalos son solo objetos, y nada más…
Por eso te pregunto: ¿qué te parece si este año regalas algo diferente? ¿Si eliges obsequios que no se compran ni se empacan, pero que sí transforman y llegan al alma y al corazón?
Siempre he pensado que el mindfulness (atención plena) es ese maravilloso amigo que nos recuerda que la verdadera felicidad no se encuentra en tener mil objetos, sino en estar más presentes, disfrutando de las pequeñas cosas que nos ocurren cada día. Tal como dice Jon Kabat-Zinn: “Las pequeñas cosas, los pequeños momentos, no son tan pequeños”. Así que anímate: en medio del corre-corre navideño, haz una pausa y regálate un bello regalo intangible.
Por ejemplo, cuando decores el árbol de Navidad, tómate un momento para disfrutar el brillo de sus luces, los colores de las bambalinas, las texturas de cada adorno… y, si tienes un pino natural, deléitate con su aroma…

Cuando compartas una cena con tus amigos o seres queridos, regálales tu presencia: escúchalos de verdad, con amabilidad y gentileza, sin interrumpir ni adelantar respuestas. Quizás ese instante sea un regalo intangible que nutra su alma y su corazón.
Cuando brindes por el nuevo año, no repitas promesas automáticas: siente la gratitud de haber llegado hasta aquí, por todas las cosas maravillosas que viviste este año que se despide. Sonríele al nuevo año que está por llegar, dispuesto a acompañarte durante 365 días.
A veces, el bienestar y la felicidad no se tratan de hacer más, sino de bajar el volumen a la exigencia y a las expectativas, y subir el de la sonrisa y la risa. Porque sí, la ciencia lo confirma: reír, cantar o bailar libera endorfinas, serotonina y oxitocina, esas sustancias mágicas que nos hacen sentir bien.
Así que este diciembre, más que envolver regalos, envolvámonos en presencia. Regalemos tiempo sin prisa, conversaciones sin pantallas, abrazos sin condiciones. Regalemos atención, sonrisa, escucha atenta y amabilidad.
Porque cuando las luces se apaguen y el árbol vuelva a su caja, lo que realmente quedará serán los instantes que vivimos: esos momentos en los que nos sentimos conectados, con alegría y en paz.
“Honraré la Navidad en mi corazón y trataré de conservarla todo el año”.
Charles Dickens, Cuento de Navidad
Zoramar Oviedo Gallo.
CEO MINDFULNESS AT WORK LATAM
Instagram:@zoramaroviedo