La actriz italiana Claudia Cardinale, quien se destacó como un ícono del séptimo arte de las décadas de 1960, murió este martes a los 87 años en su casa de Nemours, cerca de París, Francia.
Un legado de 130 películas comprende la filmografía de la intérprete que brilló en la época dorada del cine italiano y que trabajó con todos los grandes directores de su tiempo como Luchino Visconti, Federico Fellini, Richard Brooks, Henri Verneuil y Sergio Leone.
Un legado duradero
Nacida en Túnez, Claudia Cardinale tuvo dos hijos: uno con su esposo, el productor italiano Franco Cristaldi, y un segundo con su posterior pareja, el director italiano Pasquale Squitieri. Sus primeros pasos en la actuación los dio en Italia, donde rápidamente captó la atención del público y la crítica. Su ascenso al estrellato fue meteórico, pero fue su trabajo con los grandes maestros del neorrealismo y la «nouvelle vague» italiana lo que la inmortalizó. Su papel de la etérea Angélica en (“El Gatopardo”) y su misterioso rol en (“8½”) la catapultaron a la fama mundial, consolidándose como la personificación de la feminidad y el glamour en la pantalla grande.
Cardinale, considerada un auténtico ícono de moda, no se limitó al cine europeo. Su versatilidad la llevó a Hollywood, donde debutó, en 1963, con el film (“La pantera rosa”), de Blake Edwards, donde lució un vestuario diseñado por el joven Yves Saint Laurent y actuó junto a Peter Sellers, David Niven.
Su éxito le abrió las puertas para unirse al elenco de otras producciones y compartir escena con actores como Rock Hudson en la comedia de suspenso de 1965 “Blindfold” (“Misión secreta”), “Don’t Make Waves” (“No hagan olas”) con Tony Curtis dos años después y “The Professionals” (“Los profesionales”) de 1966, dirigida por Richard Brooks, donde actuó junto a Burt Lancaster, Jack Palance, Robert Ryan y Lee Marvin. Uno de sus últimos papeles fue en (“El artista y la modelo”) (2012), de Fernando Trueba.
En los años 80, Giorgio Armani, con quien cultivó una gran amistad, la eligió como su musa. Durante su carrera recibió un León de Oro por su trayectoria en el festival de cine de Venecia. En 2000, Cardinale fue nombrada embajadora de buena voluntad para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en defensa de los derechos de las mujeres.
