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Hambre emocional o real: cómo saber cuál tienes

El hambre emocional eleva la ingesta de alimentos y el reisgo de obesidad

Durante la temporada navideña, las emociones a flor de piel y las constantes reuniones alrededor de la comida pueden hacer que sintamos hambre, pero no siempre es físico. Muchas veces confundimos el hambre emocional —una respuesta a sentimientos como estrés, tristeza o ansiedad— con el hambre real, que es la necesidad natural de nutrir el cuerpo. Distinguir entre ambas es fundamental para cuidar nuestra salud, evitar comer en exceso y, así, prevenir el aumento de peso común en estas fechas festivas. En este artículo te ayudaremos a identificar cuál es tu tipo de hambre y cómo manejarla para que disfrutes las fiestas con bienestar y equilibrio.

Aprende a escuchar a tu cuerpo

El hambre real, o físico, es la sensación a través de la cual el cuerpo indica que necesitas ingerir alimentos que eleven energía y nutrientes para funcionar correctamente. Esta se manifiesta de manera gradual y suele ser acompañada de signos físicos como el estómago que ruge, sensación de vacío, debilidad o mareo. 

Por otro lado, el hambre emocional está relacionada con el estímulo ocasionado por estados emocionales como la ansiedad, estrés, tristeza, aburrimiento o incluso por motivación social. Este suele aparecer de manera rápida y unida a antojos específicos, como chocolates, papas fritas o comida rápida, que parecen satisfacer una necesidad emocional más que física. Además, suele acompañarse de sentimientos de culpa o vergüenza después de comer en exceso.

Prestar atención a la sensación de hambre y saciedad permite bajar el ritmo

El modo en que satisfacemos el hambre tiene consecuencias directas y duraderas en nuestra salud, tanto física como mental. Por ello para nutrirse, sin caer en los excesos y cuidar nuestra salud, es importante mantener una dieta balanceada rica en alimentos que te brinden saciedad sostenida, como proteínas (huevo, legumbres, pescado), fibra (vegetales, granos integrales) y grasas saludables (aguacate, frutos secos). Esto asegura que tu cuerpo obtenga el combustible necesario sin picos de glucosa.

 También, es esencial, evitar saltarse las horas de nutrición, y comer sin distracciones (lejos de pantallas). Presta atención al sabor, la textura y la señal de saciedad, lo cual optimiza la digestión y refuerza la conexión cuerpo-mente, clave para la salud metabólica.

Por último, en lugar de acudir al refrigerador, se debe hacer una pausa consciente para identificar nuestro estado emocional y preparar a tu cerebro para buscar soluciones no alimentarias. Si estás estresado, triste o aburrido, puedes meditar o escuchar música para relajar la mente y motivarte.

 

 

 

 

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