Vivimos expuestos a innumerables agentes externos, microorganismos, como bacterias, virus, hongos y otros patógenos, que afectan la salud. Sin embargo, nuestro cuerpo cuenta con un sistema inmunológico, que actúa como un escudo protector contra las enfermedades que estos puedan ocasionar.
Existen factores como tener un estilo de vida sedentario, con una dieta deficiente (alta en grasa y azúcar), ingerir alcohol en exceso, la falta de sueño y el estrés cotidiano merman sigilosamente las defensas de nuestro cuerpo irrumpiendo su función y elevando la vulnerabilidad de contraer enfermedades con más facilidad.
En efecto, son muchos los motivos que pueden desencadenar una bajada de las defensas de nuestro organismo, lo cual se refleja a través de síntomas: infecciones como la gripe, resfriados, urinarias, entre otras, son más recurrentes y prolongadas.
Además, experimentar problemas para dormir, agotamiento o alergias constantes, dificultad en la cicatrización de heridas, anemia y padecimientos gastrointestinales como diarrea crónica, estreñimiento, gases, aumentos o calambres abdominales pueden indicar un desequilibrio en la microbiota intestinal y, por ende, un sistema inmune comprometido.
En ese sentido, es importante resaltar que estás no son las únicas patologías que presenta una persona con esta condición, ya que en algunos casos, un sistema inmune disfuncional puede comenzar a atacar por error las células y tejidos sanos del propio cuerpo, llevando al desarrollo de enfermedades autoinmunes como el lupus, la artritis reumatoide, o la enfermedad de Crohn.
Igualmente, tiene mayor riesgo de padecer cáncer, herpes labial o la varicela-zóster (que causa el herpes zóster) e infecciones cutáneas recurrentes, erupciones, o la aparición de hongos pueden ser señales de que la barrera protectora de la piel y las defensas inmunitarias no están funcionando bien.
Aliados naturales que aportan energía y fortalecen las defensas
Para cumplir este proceso mucho suelen ingerir vitaminas A, C, B12, B6, D, minerales cobre, zinc, hierro, selenio y ácido fólico, nutrientes esenciales para mantener los anticuerpos del organismo en un estado óptimo, mediante comprimidos, pero también existen alimentos que cumplen el mismo efecto.
Frutas cítricas: naranjas, limones, mandarinas, entre otros, ricos en vitamina C, un potente antioxidante que estimula la producción de glóbulos blancos (los “soldados” de nuestro sistema inmune) y ayuda a proteger las células del daño oxidativo.

También, contienen carbohidratos simples (fructosa) que proporcionan un impulso de energía rápido y fácilmente utilizable.
Verduras de hoja verde oscura: espinacas, acelgas o brócoli altas en vitaminas A, C, E y K hierro (esencial para transportar oxígeno y producir energía), magnesio (clave en más de 300 reacciones enzimáticas, incluida la producción de energía) estimulan la producción de glóbulos rojos.
Frutos secos y semillas: almendras, nueces, semillas de chía, entre otros, aportan grasas saludables (ácidos grasos omega-3 y omega-6), proteínas y fibra, que proporcionan energía sostenida y evitan los picos de azúcar en sangre.
Legumbres: lentejas, garbanzos, frijoles o guisantes son una fuente formidable de carbohidratos complejos de liberación lenta, fibra, proteínas vegetales y hierro, lo que asegura un suministro constante de energía y previene la fatiga.
Las carnes magras: pollo, pescado o pavo elevan las defensas gracias a su contenido de hierro y calcio.
Cereales integrales: avena o el trigo, ricos en fibra, zinc y magnesio, estimulan la función inmunológica.
Probióticos: se encuentran en alimentos como el yogur. Su principal beneficio radica en los microorganismos vivos como las bacterias o levaduras que promueven una microbiota sana.
Huevos: la proteína de alta calidad y las grasas saludables en la yema proporcionan energía sostenida. También contiene vitaminas del grupo B (B12, B6, folato) y hierro.
Cabe destacar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que al día se debe ingerir 400 gramos de frutas y vegetales, en el caso de las verduras 2 o 3 raciones. Estos se pueden comer en ensaladas, guisados o batidos.
Hábitos adicionales
Para estimular las defensas también es esencial beber suficiente agua para el transporte de nutrientes, la eliminación de toxinas y el funcionamiento celular, lo que impacta directamente en la energía y la inmunidad.
Dormir bien, ya que la falta de sueño debilita el sistema inmune y disminuye la energía. Prioriza 7-9 horas de sueño reparador cada noche.
Ejercitarse con regularidad y practicar técnicas de relajación como la meditación, el yoga o la respiración profunda ayudan a manejar el estrés crónico.
Al adoptar estos hábitos mejoras tu calidad de vida.