Los dispositivos móviles se han convertido en una herramienta esencial para mantener comunicados, informados y gestionar trabajos cotidianos, parte de sus ventajas que nos mantienen por más tiempo frente a los ordenadores. Sin embargo, los estudios revelan los efectos nocivos sobre su uso excesivo, que no solo se limitan a sufrir problemas de sueño, estrés, ansiedad, dolor de cabeza, entre otros, sino que también dejan su huella en la piel, provocando un fenómeno que podemos denominar envejecimiento prematuro.
Actualmente, según los datos correspondientes a 2023 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) el 78% de la población mundial de diez años en adelante tiene un teléfono celular, el dispositivo más utilizado, ya que es la puerta de acceso a los portales web, buscadores, las redes sociales que son algunas de las plataformas visitadas el ecosistema digital.
Cabe destacar que aproximadamente el 67,9% de dicha población tiene acceso a internet, lo que equivale a 5.560 millones de personas, reseña el portal Statista.
Impacto sigiloso
Antes de la llegada de la era digital el proceso natural de envejecimiento se relacionaba más con otros factores como la sobreexposición al sol, tener una dieta deficiente, el estrés o la contaminación, pero actualmente a estos se les suma una nueva fuente la luz azul (emitida por dispositivos electrónicos como teléfonos móviles, computadoras, tablets y pantallas LED) conocida también como luz visible de alta energía, en inglés, High Energy Visible Light (HEV), que por inofensiva que parece tener una longitud de onda corta que puede penetrar profundamente en la piel más que los rayos. UV, acelerando el envejecimiento de las células.
En ese sentido, los expertos indican que este envejecimiento se manifiesta mediante la aparición de manchas por la hiperproducción de melanina en la piel, en la que también provoca un tono desigual, junto a arrugas y flacidez por pérdida de colágeno y elastina (las proteínas en la firmeza de la dermis) en el rostro, el contorno de los ojos y el cuello -las zonas más afectadas-, en esta última este es causada por la mala postura, inclinada al usar los smartphones, que provoca flacidez y arrugas en la zona, en la que también se puede sentir dolor.

Además, la luz azul afecta a la barrera cutánea, que es responsable de retener la humedad en la piel, lo cual eleva el riesgo de deshidratación y sequedad, afectando a su apariencia.
Igualmente, causa inflamación de la piel y el estrés oxidativo, afectando al funcionamiento adecuado de las células y acelerando este proceso.
Hábitos que rejuvenecen
El primer paso es establecer límites en el uso de las pantallas, que los expertos recomiendan dedicar dos horas diarias, pero cómo en el caso de las actividades educativas o laborales requieren más espacio es importante evitar los excesos y tratar de gestionar la mayor cantidad de información en el menor tiempo posible.
Active el “modo nocturno” o utilice filtros de luz azul en los dispositivos para reducir la exposición.
Ingiere abundante agua y alimentación rica en vitamina C, antioxidantes, que estimulan la producción de colágeno y estimulan la regeneración de la dermis como las frutas cítricas, naranjas, limones, mandarinas, fresas y verduras como espinacas.
Respeta las horas de descanso, debido a que durante este momento nuestro organismo se reconforta, elimina toxinas y repara los tejidos.
Al momento de usar las pantallas, adopta una postura ergonomía.
Aparte de sus efectos en la piel, el uso excesivo de pantallas se relaciona con el ojo seco, y su luz también puede afectar a la calidad del sueño alterando el ritmo circadiano.