Ambas son las bebidas calientes más consumidas por las personas. Su elección depende de gustos específicos, ya que hay quienes optan por degustar una buena taza de café o té para comenzar el día lleno de energía.
Cabe destacar que ambas cuentan con una larga historia y son una parte muy importante de muchas culturas. El café -rico en minarela y vitaminas del grupo B y C- es originario de Etiopía, y existen más de 100 especies de plantas, pero solo dos se utilizan para preparar la bebida: arábica (que representa el 75% de la producción mundial) y robusta.
Según la Asociación Nacional del Café de Estados Unidos indica que se consumen más de 2.25 mil millones de tazas de café por día en todo el mundo. Además, Finlandia es el principal consumidor, mientras que la producción es liderada por Brasil con 37, 4%.
Por otro lado, el té proviene de China, cuya nación aporta el 29% de la producción total mundial. El país con más demanda de té per cápita del mundo son los Emiratos Árabes Unidos, donde sus ciudadanos consumen más de 6 kilos al año, seguido por Turquía y Reino Unido.
Además, existen seis, y todas, se producen de la misma planta, la Camellia Sinensis. Según el proceso de elaboración que se le dé a la hoja, obtendremos un tipo específico como:
Té Blanco
Té Amarillo
Té Verde
Té Oolong
Té Negro
Dark Teas (Puerh, Heicha y otros post-fermentados)
Cada una de estas bebidas no solo ofrece una experiencia sensorial placentera, sino que también favorecen el bienestar. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se puede consumir hasta 4 tazas de ambas al día.
Una taza de beneficios para la salud
El café es conocido por mejorar varios aspectos de la función cerebral, incluyendo la memoria, el estado de ánimo y la función cognitiva general. Esto se debe en gran parte a la cafeína, un estimulante natural, la cual también eleva los niveles de adrenalina, lo que puede mejorar el rendimiento físico.
Igualmente, estudios han demostrado que el consumo regular de café reduce el riesgo de tener enfermedades como el parkinson, el alzheimer y la diabetes tipo II.
A su vez, un trabajo realizado por el National Institute of Health (NIH) de Estados Unidos, publicado en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine, reveló que esta también disminuye la posibilidad de padecer patologías cardiovasculares, respiratorias e infecciosas.
Por su parte, el té es rico en polifenoles y catequinas, potentes antioxidantes que pueden reducir la formación de radicales libres en el cuerpo, reduciendo el envejecimiento prematuro de la piel.
Los estudios han mostrado que el consumo, especialmente el té verde, está asociado con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Esto incluye la reducción de los niveles de colesterol LDL (malo), la mejora de la función endotelial y una tendencia a la menor formación de coágulos sanguíneos.
Al igual que el café, el té contiene cafeína (aunque en menor cantidad), lo que puede mejorar el estado de alerta y la concentración. El té también contiene L-teanina, un aminoácido que fortalece la función cerebral.
Asimismo, favorece la digestión, actúa como un diurético suave, ayudando a eliminar toxinas del cuerpo y estimula la relajación al regular los niveles de cortisol, la hormona del estrés, en el cuerpo.
Algunas investigaciones sugieren que ambas bebidas mitigan el riesgo de sufrir varios tipos de cáncer, incluidos el de mama, próstata, colon, ayudan a mejorar el metabolismo y la pérdida de peso.
¿Cómo afecta el consumo excesivo de cafeína?
Es importante recordar que tomar mucho café o té afecta la calidad del sueño, manchan el esmalte dental, eleva la presión arterial, taquicardias, temblor en las manos, dificulta la absorción de hierro y aumenta la liberación de ácido en el estómago, lo que a veces conduce a malestar estomacal o acidez.