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“Bienestar relacional: el arte de cuidar los vínculos que nos unen”

Cultivarlas con atención y respeto fortalece nuestro bienestar emocional

Vivimos en un mundo que nos invita constantemente a correr y no parar. Un mundo que no se detiene y que pareciera ir más rápido que el reloj y el calendario gregoriano. Sin embargo, cuando hacemos una pausa y pensamos en los momentos más valiosos y maravillosos de nuestra vida, estos casi siempre están relacionados con las personas que amamos y las conexiones que nos apoyan y sostienen, que nos hacen sentir alegres, felices y en paz. Eso es el corazón del bienestar relacional, uno de los cinco pilares del modelo SPIRE del Dr. Tal BenShahar (uno de mis más queridos Profesores), que nos recuerda que la felicidad no se construye en soledad, sino en compañía.

En estos tiempos de múltiples redes sociales y de miles de contactos, es muy posible que confundamos la cantidad de seguidores e interacciones con la verdadera conexión, es decir con la verdadera relación. El bienestar relacional no se trata de cuántas personas tenemos en nuestro Instagram o en nuestro celular, sino más bien de la calidad de los lazos y/o relaciones que cultivamos. Una sola conversación profunda y sincera puede ser mucho más nutritiva que cien mensajes superficiales. Un abrazo sincero puede transformar un día gris en un día lleno de luz.

Tal y como señalan en el Estudio de Harvard sobre el Desarrollo Adulto (Harvard Study of Adult Development), el cual sigue a varias generaciones desde hace más de 80 años, el mejor predictor de una vida larga y feliz no son la riqueza, ni el éxito profesional, sino la calidad de las relaciones.
Las relaciones humanas son una especie de lugar de refugio frente a la tormenta.

En un mundo acelerado, dedicar tiempo a nuestros vínculos es un acto de amor

Cuando atravesamos momentos de incertidumbre, de tristeza, de pérdida o de cansancio, contar con alguien que nos escuche y nos apoye emocionalmente hace una gran y hermosa diferencia. No es casualidad que ante situaciones de crisis muchos pensemos: “Voy a llamar a fulanito porque siempre me escucha…”

Las relaciones no solo nos protegen y acompañan, sino que también nos transforman. Con ellas crecemos, aprendemos nuevas perspectivas y fortalecemos nuestra empatía y nuestra amabilidad. El bienestar relacional nos invita a rodearnos de personas que nos inspiren, nos reten y nos ayuden a ser cada día una mejor versión de nosotros mismos.

Aunque parezca obvio, el bienestar relacional no ocurre por arte de magia ni depende de una varita mágica: requiere tiempo, atención y pequeños gestos cotidianos. En este artículo te comparto algunas prácticas que me encantan, y considero son simples y maravillosas para cultivar el bienestar relacional:

– Escucha activa: Mirar a los ojos con amabilidad y empatía, soltar el celular y estar atentos cuando alguien nos habla. Escuchar simplemente para comprender lo que nos dice y no necesariamente para buscar darle respuestas que quizás no nos está pidiendo.

– Gratitud expresada: No basta con sentir agradecimiento, hay que decirlo. Un “gracias por estar”, “gracias por ser parte de mi vida”, “valoro lo que hiciste” o un simple reconocimiento enriquece y protege los lazos.

– Pequeños rituales de conexión: Compartir un café o una cena sin celulares, una llamada semanal, una caminata con un amigo, un mensaje amable que no pide ni espera respuesta. Los rituales hacen que el vínculo se sostenga y siga creciendo en el tiempo.

– Dar y recibir apoyo: A veces somos el hombro que sostiene, y otras, somos quienes necesitamos ser sostenidos. El equilibrio entre ambos roles es esencial para relaciones sanas y positivas.

En definitiva, cultivar el bienestar relacional significa abrir un espacio especial para los demás y para nosotros mismos. No necesitamos grandes discursos o regalos extraordinarios. Muchas veces, una pregunta amable y sincera: “¿Cómo estás de verdad?” o ¿Cómo te sientes hoy? y la plena disposición a escuchar la respuesta vale más que mil palabras o regalos. Porque al final del camino, lo que nos llevamos no son los logros individuales, sino las historias compartidas.

El bienestar relacional nos recuerda que somos más felices, más fuertes y más humanos cuando estamos acompañados. Vivimos corriendo, apagando fuegos, calmando tormentas, batallando con huracanes, cumpliendo metas, persiguiendo sueños… Y en ese torbellino, a veces se nos olvida algo que es esencial para todos los seres humanos: la relación entre cuerpo, alma y corazón.

“El afecto de la gente me hace vibrar el corazón cada vez como si fuera la
primera vez”. Ella Fitzgerald 

Zoramar Oviedo Gallo.
CEO MINDFULNESS AT WORK LATAM

Instagram:@zoramaroviedo

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