Una inédita noticia acaparó durante días la atención de los venezolanos y de medios de comunicación nacionales e internacionales: la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar había llegado al legendario Estadio de Wembley en Londres para marcar un hito al colaborar con la banda británica Coldplay en la apertura de 10 conciertos realizados entre agosto y mediados de septiembre.
Cada presentación fue replicada masivamente en redes sociales y aplaudida por una nación que se enorgulleció de ver a los jóvenes músicos envolverse entre las notas de: “Be my mirror, my sword and shield. My missionaries in a foreign field. For some reason, I can’t explain (…)”. Bajo la dirección del maestro Gustavo Dudamel, la visión de José Antonio Abreu, fundador de El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, trascendió una vez más.
El intercambio fue considerado un triunfo para la cultura venezolana al integrar la música clásica junto al pop-rock de la banda británica, a propósito de los 50 años de El Sistema.

Por ello, en entrevista exclusiva para Estampas conversamos con uno de los protagonistas de esta hazaña musical: el violinista Emilio Donaire Bastidas, miembro de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, quien atendió a esta invitación en el Núcleo Tito Ramón Salgado (de El Sistema), ubicado en el municipio Ortiz, estado Guárico.
Emilio, se estima que acudió alrededor de un millón de personas a estos conciertos… Más allá del performance, ¿cómo se sintió ese momento en lo personal y de qué manera la filosofía de El Sistema (la de ‘transformar vidas’) se hizo palpable, o incluso se magnificó, al estar sobre ese escenario?
-Se manifestó en su máxima expresión. Porque todos los integrantes de la Orquesta Simón Bolívar venimos de un núcleo. Por ejemplo, puede ser el núcleo de San Juan de los Morros, el núcleo de Carora, el núcleo de Margarita, etcétera. Pero todos venimos de un núcleo.

Entonces, son todos esos niños que tenían un sueño de pequeños que era estar en la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, que en este caso, podríamos decir que es la base o el pilar de El Sistema en nuestro país. Por lo que llevar todo este tipo de música, toda esta energía, que es tan magnífica y tan bonita porque somos una familia, a un escenario como el Wembley y frente a miles de personas, es impresionante porque la filosofía del maestro Abreu siempre fue esa, que los sueños superan la realidad.
Y cuando los logras cumplir es lo más bonito, así que creo que es un mensaje motivacional para todos nosotros, los que vienen en camino y los que ya están en este proceso.
Como músico formado en un repertorio clásico, ¿cómo fue el proceso de adaptar y ensayar esta fusión de géneros? ¿Qué aprendieron ustedes, como orquesta, al cruzar esa frontera entre lo sinfónico y el pop-rock?
-Te diría que no fue tan complejo porque es una ventaja que tenemos los latinos. Ese sabor, esa sazón que tenemos en la sangre, hace más fácil la adaptación a todo este tipo de música. Cuando hacíamos el opening de estos shows con Coldplay, ya teníamos un repertorio sinfónico académico y terminamos, por ejemplo, con el Mambo.
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Adaptarlo a esta música de Coldplay fue muy bonito porque además hicimos grabaciones de los temas y todo estaba muy bien orquestado por parte del equipo de Coldplay, así que fue un proceso maravilloso y de mucho aprendizaje porque aparte de hacer música hermosa que ha marcado la vida de muchas personas, también aprendimos siempre con el maestro Gustavo Dudamel.

Precisamente, el maestro Dudamel destacó que Coldplay ‘hace música no solo para entretener, sino también para transformar y sanar’, un valor que comparte con El Sistema. En este intercambio, ¿observaste cómo la visión de la banda británica se alineaba con la misión de la Orquesta? ¿Hubo algún momento o interacción específica que te recordara la razón por la que haces música?
-Muchos aspectos. Primero que fue una gira muy emotiva, momentos muy significativos porque son cuestiones que tú no te imaginas, que podrían suceder hasta que estás en ese lugar específico.
Ellos como banda promueven un mensaje de amor, paz, unión y lo ves reflejado en el rostro de las personas del público mientras ellos están en el escenario. Todos viven, vibran en una misma sintonía, tienen una misma sonrisa y es indescriptible.
Así recordé cada día por qué hacía música. Porque la sonrisa de las personas al momento de tocar una nota era magnífica. Toda la energía, toda la belleza en el interior de cada una de las personas que escuchaban a Coldplay es muy bella.

De hecho, hay anécdotas que son importantes de destacar. Una de ellas fue que, mediante las redes sociales, los mismos fans de Coldplay nos contactaban por privado para enviarnos fotos o videos de todos los que estábamos en el escenario.
Se sentía como una sola familia. Fue maravilloso.
En este sentido, ¿cuál crees que fue la mayor contribución de la Orquesta a la música de esta banda que, además de masiva, es muy icónica?
-Creo que la energía que le imprimió la Simón Bolívar. Por ejemplo, en estas dos, tres obras que hacíamos con ellos en el escenario principal, en el ‘main show’, como le llaman, veíamos que le ofrecíamos ese plus al show.

De hecho, el primer show no fue con nosotros, solo tocamos una obra, por lo que logramos ver gran parte del espectáculo desde afuera. A pesar de que era magnífico, cuando veías los videos ya con la pieza, y estábamos en el escenario, bailando con Chris Martin, que sonreía, te tocaba el hombro, bailaba a tu lado, observamos cómo la gente disfrutaba el triple. Por eso considero que nuestra contribución principal fue esa: energía, alegría y emoción.
Chris Martin dedicó un mensaje muy emotivo, llamándolos ‘nuestra orquesta favorita en todo el mundo’ y pidiendo que los trataran ‘mejor que a nosotros’. Para ti, como músico venezolano, ¿qué representó escuchar esas palabras?
-Para ser bastante literal, cuando él dijo eso se nos pusieron los pelos de punta. Fue increíble porque nadie esperaba, primero, que él fuera a presentar a la orquesta, ni llegar cuatro horas antes de su show para decir: «Bueno, esta es la Simón Bolívar. Vienen de Venezuela, es nuestra orquesta favorita en el mundo y quiero que los traten incluso mejor que a nosotros”. Nadie esperaba eso.
Cuando dijo esas palabras, todos estábamos incrédulos y felices. Nos dio energía para tocar 1.000 veces mejor de lo que se podía haber hecho.

Lo que aportó o lo que aporta Chris Martin a la sociedad es básicamente eso: unión, paz, amor, que no hay diferencia. Que no hay que distinguir entre géneros, raza, nacionalidad, creencias, política. Todos somos seres humanos, él siempre dice eso, seres humanos que vibramos con una misma sintonía y que hacemos cosas bonitas, independientemente de donde tú seas.
Durante su estancia en Londres, la Simón Bolívar grabó también dos nuevos discos. Uno en los emblemáticos estudios de Abbey Road y otro con Platoon Records, lo que, junto a la colaboración con Coldplay, reforzó la proyección de la música venezolana a escala internacional. “¿Hubo una pieza en el repertorio que te haya presentado un desafío técnico o emocional único en esta gira?”, le preguntó Fabiana González, estudiante de El Sistema, en el núcleo de Ortiz.
«De la gira, te puedo decir que la canción “Viva la Vida”. Porque fue lo primero que presenciamos junto a ellos y lo que quizás llevaba más atención del show principal. Pero cabe destacar que además de estos conciertos, realizamos otras actividades en el marco de la gira. Grabamos dos discos importantísimos con una violinista excepcional que es María Dueñas. También, tocamos el 28 de agosto en el Southbank Centre con el maestro Dudamel dirigiendo y había muchos venezolanos en el público, la ovación fue tremenda. Tuvimos que hacer aproximadamente tres o cuatro bises porque el público estaba eufórico», respondió Emilio.
Mirando hacia adelante, ¿qué lecciones se lleva la Orquesta de esta experiencia y cómo esperan que estos conciertos influyan en el futuro y la proyección internacional de los jóvenes músicos de El Sistema?
-Anteriormente la Orquesta ha tenido muchísimo éxito, muchísimo. Sin embargo, desde mi perspectiva, lo que más nos aportó esta gira, esta oportunidad tan grande que nos dio de golpe, fue dar a conocer mucho más a la orquesta a nivel mediático y a nivel mundial. Porque en el mundo clásico a la Sinfónica la conocen en los principales escenarios del mundo: Berlín, Londres, Múnich, París, Madrid, etcétera, en Bruselas y de hecho hace poquito en enero hicimos una gira por todos estos escenarios.

Sin embargo, ya este es otro rango de personas que quizás no son tan allegadas al mundo clásico y empiezan a conocer a la Orquesta. Eso es lo que hace que la Orquesta crezca desde todos los ámbitos posibles, tanto del repertorio clásico como el repertorio popular y eso solo lleva a que se tenga más y más éxito para incluso dejar mucho terreno preparado para las generaciones futuras.
La música: una pasión aprendida y compartida con la Medicina
Aunque Emilio, de 25 años de edad, inició sus estudios musicales en el Núcleo “Jesús María Torrealba” de San Juan de los Morros, Guárico, en el año 2007, y fue partícipe de la delegación que representó a El Sistema en el Festival de Salzburgo, Austria, en 2013, y de igual modo, ha acompañado a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar en los escenarios del National Centre for the Performing Arts (Beijing, 2023), Philharmonie París (2025), Philharmonie Berlín (2025), Philharmonie Luxembourg (2025), e incluso en el Estadio Monumental de Caracas junto a Andrea Bocelli, la música no siempre fue su afición.
El camino lo forjó con dedicación, pero también por influencia de sus padres. “¿En qué momento supo que la música sería parte fundamental de su vida?”, preguntó Carlimar Valor, estudiante de El Sistema, presente durante la realización de esta entrevista.
Emilio fue tu madre quien te incentivó a formarte como músico, pese a que no era tu intención en principio. ¿Cómo forjaste la conexión posteriormente con esta carrera?
-Me voy desde el inicio para responder ambas preguntas. El primer día que fui a la orquesta, yo no quería. Mi mamá me llevó obligado. Ella me dijo días anteriores que el lunes empezaba en la orquesta. Entonces, yo me fui a la casa de una prima para evitar dicho acontecimiento.
Pero mi mamá se enteró y me fue a buscar a la casa de mi prima. Fui al ensayo con el uniforme del colegio y todo. En principio, para mí era un castigo ir a la orquesta. Luego se convirtió en castigo no ir a la orquesta. ¿Cuándo decidí que iba a ser parte de mi vida? Cuando empecé a tocar violín.
Yo empecé con flauta dulce, luego con el contrabajo. Pero con este duré un mes y medio porque no sabía ni agarrar el arco. No me fue nada bien, no prestaba atención.

De un momento a otro, tuve la sensación de que necesitaba el violín. Veía a mis amigos con el violín y me gustaba ese instrumento principalmente por cómo sonaba y lo que representaba. Y me cambié. Fue a la edad de 10 u 11 años cuando empezaron a suceder cosas un poquito más serias en mi vida profesional.
Años atrás, un medio de comunicación local del estado Guárico reseñó a Emilio Donaire como un “joven ejemplar” y el calificativo aún se materializa cuando otros músicos que también se forman en El Sistema indagan en su trayectoria para conocer el proceso detrás de sus logros. Es el caso de María Laura Mota, quien durante esta entrevista le consultó qué consejo les daría para convertirse en personas disciplinadas y exitosas.
Donaire, quien además es médico y compartía su tiempo entre el violín y las rotaciones en el hospital Dr. Ricardo Barquero González, “Periférico de Catia”, Caracas, responde sin dudar: “la organización”.
“La organización es la base de todo. La organización y evitar malgastar el tiempo. Organizarse particularmente en función del día, de la semana, del mes y con proyectos a corto, medio y largo plazo. Indagar más allá de lo que te enseñan porque para aprender, tienes que guiarte por varias personas, pero hay que ir más allá. Tú tienes que ser también tu propio maestro”, añadió el músico.
El legado en retratos
Durante su carrera como violinista, el joven ha sido formado por distintos maestros. José Francisco del Castillo, Heemath Jahoor, Camilo Acosta, Alejandro Carreño, Thibault Vieux, entre otros. Asimismo, compartió con el recordado José Antonio Abreu y con Gustavo Dudamel. Sobre estos dos últimos, compartimos algunas fotografías con el músico para conocer qué significan actualmente para él.
El maestro José Antonio Abreu…
-Esa fotografía fue justamente en el Festival de Salzburgo, la primera vez que salí del país con la orquesta. Fue en una universidad a las afueras de Salzburgo. Recuerdo que habíamos terminado un ensayo y el maestro estaba por allí. Siempre fue muy cercano con todos nosotros. Las conversaciones eran muy breves, nos preguntaba de dónde éramos, qué planes teníamos. Era muy cálido con nosotros, así como lo es el maestro Dudamel.

Hoy en día representa un compromiso. Ya no está con nosotros en este plano físico, pero emocionalmente y quizás espiritualmente lo tenemos presente todos los días porque estamos manteniendo su legado. Entonces es un compromiso que en mi particular tengo con el maestro de seguir aportando a El Sistema.
El maestro Gustavo Dudamel…
-Esa foto fue en Wembley. Conversando con el maestro le dije: «Maestro, una foto aquí rapidito, un selfie para la familia».

Esa cercanía es muy bonita porque él, aparte de ser un líder musical magnífico, también es un líder personal magnífico y conoce a todos sus integrantes. De hecho, cuando nos estábamos despidiendo de él en Londres, me dijo: «Hijo, nos vemos, cuídese y cualquier cosa te pido un récipe». Porque él se enteró de que soy médico y tuvo ese gesto. Así nos demuestra que conoce y tiene en cuenta a cada miembro de la Orquesta. Eso te hace sentir importante.
¿Cuál es tu mensaje final para los jóvenes músicos, en especial para quienes son del interior del país?
-Soñar en grande porque realmente no existen barreras que no se puedan derrumbar y es que realmente barreras no tenemos, porque todos somos seres humanos por igual. En este caso, que estamos aquí en el interior del país, que estamos en un pueblito bastante al interior, no implica que no se puedan hacer cosas bonitas y magníficas.

El mismo estudio que yo puedo realizar en San Juan de los Morros, en Caracas, en Los Ángeles, en Londres, en Madrid, lo puedo realizar aquí. Entonces, principalmente soñar en grande y siempre buscar más. Ese es mi consejo principal. También creer mucho en lo que te hace feliz, en las personas que te apoyan y en ti.
Entrevistado:
Emilio J. Donaire Bastidas (@emiliod2000 / @donaireviolinstudio).
Periodista:
Andrea Solórzano Mota (@andreajsolorzano).
Locación:
Sede del Núcleo Tito Ramón Salgado (@nucleoortiz), municipio Ortiz, Guárico.
Agradecimientos especiales:
Serguei Hernández, director del núcleo Tito Ramón Salgado.
Neyla Ramos, coordinadora del núcleo Tito Ramón Salgado.